viernes, 22 de julio de 2011

Coherencia

Historia de vida de la Dra. María Felisa Lemos
             Abarcar la vida de María Felisa Lemos implica meterse de lleno en la historia latinoamericana durante la segunda mitad del siglo XX. Cada rincón de su casa exhibe recuerdos que poseen un gran peso cultural y que dejan entreveer una pasión por el suelo que le es propio. Adentrarse en sus experiencias significa también destapar una de las revoluciones mas importantes y atrapantes que vivió América y que fue la Revolución Sandinista en Nicaragua.
             Nacida en Goya, Corrientes, en 1938, Felisa desvela sus orígenes como la fuente de amor por su tierra. “Mi familia se instalo en Corrientes en el 1700, cuando salían de Asunción a fundar ciudades. Eso me hace sentir profundamente enraizada a estas tierras, a este continente”.
             En 1956, luego de recibirse como Maestra Normal, decide trasladarse a Buenos Aires para estudiar Medicina en la UBA, titulo consiguió en 1967. Desde entonces gesto una costumbre que le acompaña siempre: la de trabajar, militar y estudiar simultáneamente.
             De 1967 a 1970 se desempeño como Medica rural de los Esteros del Iberá en su Corrientes natal. “Fue una experiencia muy rica, sobre todo por la gente. Al principio no podían entender porque estaba acostumbrados a los médicos varones. Que apareciera una médica mujer les pareció de lo más extraño. A pesar de ello fui muy bien recibida”.

             Becada por la provincia obtuvo la Maestría en Salud Publica en la UBA en 1970. A partir de allí volvería a su región para establecerse como Directora de Planificación hasta 1973.

Militancia y exilio

             “Toda mi época en la universidad, fue una época de militancia y de lucha. Era un momento de mucho fervor, todo el estudiantado estaba movilizado por la invasión a Santo Domingo, el Mayo Francés, y muchos otros episodios.
             Para 1976, con la llegada de la dictadura, Felisa debe pasar a la clandestinidad.”Goya era un pueblo chico, en 2 minutos te localizaban. Así que debíamos ir a las grandes ciudades. Yo me fui a Buenos Aires por toda mi experiencia previa”.
             La desaparición de dos compañeras que vivían con ella en la ciudad fue el detonante que la obligo a abandonar el país en 1978.
Para trasladarse a Francia. Una vez allí consigue revalida su titulo de medica luego de rendir las equivalencias y pasa a trabajar en el INSEM (Instituto Nacional de la Salud e Investigación Médica).

Nicaragua, tan violentamente dulce

             En el exilio Felisa no deja ni un segundo s militancia y contempla la posibilidad de ir como media a Mozambique en el contexto de la descolonización de varios países africanos. Sin embargo, en ese mismo tiempo, un movimiento comienza a darse en Nicaragua en la lucha contra las dictaduras militares que azotaban América Latina. Y es aquí cuando se da n de los giros mas importante en la vida de la Dra. Lemos: “En África yo siempre iba a ser blanca, en cambio en Latinoamérica vuelvo a mis raíces con mi gente”.
             Felisa vive 12 años en Nicaragua, de 1979 a 1991, los cuales no duda de califica como los más hermosos de su vida (estos incluyeron encuentros con Julio Cortázar y Fidel Castro). Somoza ya había sido derrocado y la revolución sandinista (llamada así en memoria de Augusto Cesar Calderón Sandino) estaba llevando a cabo su plan para reorganizar la nación que debía empezar de cero. “Uno llegaba al aeropuerto y lo recibían con un `gracias hermano por venir a colaborar´, fue fantástico” recuerda.
             La salud, junto a la educación y la reforma agraria, fue una de las prioridades del nuevo gobierno. “Somoza no había hecho absolutamente nada con respecto a la salud, a gente moría sin atención medica. Yo empecé vacunando y trabajando con todo lo relacionado a la prevención. Con eso una ya podía bajar la tasa de mortalidad infantil y materna”.
             Trabajar en esa área en una región como Nicaragua también le implico un esfuerzo doble: “Cuando uno llega a esos lugares, no puede decir `yo soy epidemiólogo, o inmunólogo´, uno para la gente es médico y tiene que resolver sus necesidades”. Más tarde e ministerio de salud la llevaría a la Central de Matagalpa como jefa de epidermiología.
             Para 1981 los Estados Unidos, por medio de la CIA, financiarían grupos antisandinistas denominados “los contra”, poniendo al país en una guerra civil que se cobraría varias víctimas. “Moverse en esa zona era muy peligroso; me emboscaron tres veces y una de esas ocasiones mataron al compañero medico que iba conmigo”.
             A pesar del duro conflicto que se vivía, Felisa estaba enamorada de Nicaragua, sorprendida con todo lo que la hacía única, y decidida a no dejar nunca de lado su trabajo y su lucha por los ideales de la revolución. “Las leyes por ejemplo, se discutían de abajo para arriba,  y no al revés. Discutirlas para mí fue una experiencia inigualable.

Des-exilio

             Tras 11 años de guerra Nicaragua entra a elecciones. “Se voto como quien iba a hacerlo con el revólver en la sien. Les habían prometido que si votaban en contra de los sandinistas la guerra iba a acabar” recuerda. La guerra duraría aun 6 años más.
             Una vez que la revolución deja de estar al poder María Felisa se ve determinada a decidir cuál será su nuevo destino. Para ese entonces ella ya tenía dos hijos de nacionalidad nicaragüenses y seria este el factor que marcaria su retorno a la Argentina. “Lo mejor era volver, quería que mis hijos se criaran en Latinoamérica. Ya que no podían estar en su país, que estuviesen en su continente”.
             “El des-exilio fue muy duro, tanto como haberse tenido que ir obligadamente. Pero por suerte caí en una ciudad como lo es Rosario, y la verdad es que me trato muy bien”. Desde entonces se desempeña en la Secretaria de Salud Pública de la ciudad; paralelamente forma parte del Equipo de Formación de Educadores Populares “Pañuelos e Rebeldía” y participa de varias asociaciones por la lucha de los derechos humanos.
             A pesar de su larga trayectoria María Felisa Lemos se niega a quedarse e e pasado. “Sigo militando y trabajando hasta en día de hoy” asegura.
             Ya finalizada la entrevista, Felisa sugiere el siguiente título: “Coherencia”. El motivo es que precisamente fue a coherencia el ideal por e que mas peleó, el “ser uno mismo” por sobre todas las cosas. En su caso eso implico no ponerle nunca fin a su lucha por un mundo más justo.





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